Rimas – Gustavo Adolfo Bécquer

I Yo sé un himno gigante y extraño
XLVIII Como se arranca el hierro de una herida
XLVII Yo me he asomado a las profundas simas
XLV En la clave del arco mal seguro
XXXVIII Los suspiros son aire y van al aire
LXXII Las ondas tienen vaga armonía
XVIII Fatigada del baile
XXVI Voy contra mi interés al confesarlo
LVIII Quieres que de ese néctar delicioso
LV Entre el discorde estruendo de la orgía
XLIV Como en un libro abierto
L Lo que el salvaje que con torpe mano
VII Del salón en el ángulo oscuro
XLIX Alguna vez la encuentro por el mundo
II Saeta que voladora
XLII Cuando me lo contaron sentí el frío
LIX Yo sé cuál el objeto
LXVII Qué hermoso es ver el día
XXII Cómo vive esa rosa que has prendido
LVI Hoy como ayer, mañana como hoy
XXI ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
XXIII Por una mirada, un mundo
LXXV Será verdad que cuando toca el sueño
LXXIV Las ropas desceñidas
VIII Cuando miro el azul horizonte
XLI Tú eras el huracán y yo la alta
IX Besa el aura que gime blandamente
XXXVII Antes que tú me moriré: escondido
XIII Tu pupila es azul, y cuando ríes
XXXI Nuestra pasión fue un trágico sainete
XXV Cuando en la noche te envuelven
LVII Este armazón de huesos y pellejo
XXIV Dos rojas lenguas de fuego
XLIII Dejé la luz a un lado, y en el borde
LII Olas gigantes que os rompéis bramando
LIV Cuando volvemos las fugaces horas
XX Sabe si alguna vez tus labios rojos
LIII Volverán las oscuras golondrinas
IV No digáis que agotado su tesoro
XXX Asomaba a sus ojos una lágrima
LX Mi vida es un erial
III Sacudimiento extraño
XVI Si al mecer las azules campanillas
LXXVII Dices que tienes corazón, y sólo
LXI Al ver mis horas de fiebre
X Los invisibles átomos del aire
LXV Llegó la noche, y no encontré un asilo
LXIX Al brillar un relámpago nacemos
XVII Hoy la tierra y los cielos me sonríen
XI Yo soy ardiente, yo soy morena
XIX Cuando sobre el pecho inclinas
XXIX Sobre la falda tenía
XXXVI Si de nuestros agravios en un libro
LXII Primero es un albor trémulo y vago
VI Como la brisa que la sangre orea
XXVIII Cuando entre la sombra oscura
LXX Cuántas veces al pie de las musgosas
XV Cendal flotante de leve bruma
LXVIII No sé lo que he soñado
V Espíritu sin nombre
XXVII Despierta, tiemblo al mirarte
LXIV Como guarda el avaro su tesoro
XXXIV Cruza callada, y son sus movimientos
XL Su mano entre mis manos
LXVI ¿De dónde vengo?… El más horrible y áspero
LXIII Como enjambre de abejas irritadas
XXXIII Es cuestión de palabras, y no obstante
LI De lo poco de vida que me resta
LXXIII Cerraron sus ojos
XIV Te vi un punto, y flotando ante mis ojos
XXXII Pasaba arrolladora en su hermosura
LXXVI En la imponente nave
XXXIX ¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable
LXXI No dormía; vagaba en ese limbo
XLVI Me ha herido recatándose en las sombras
XXXV ¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
XII Porque son, niña, tus ojos



Notas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *